Conocí a Juan Francisco Rueda personalmente en los tiempos de apertura del Centre Pompidou de Málaga. Muy rápidamente, supe que podía ser una pieza clave en el evento. Su visión renovadora del arte que investiga y explora y la combinación de ésta con su academicismo, nada ampuloso, imprimen a su trabajo un estilo sistematizado y de gran calidad.
Nuestra comunicación para la propuesta de participación en esta edición fue inicialmente por mail. Dos días después de haberlo enviado, aún no había obtenido respuesta, y pensé que sus múltiples obligaciones iban a dificultarle involucrarse en el proyecto y que estaba elaborando una fórmula amable de declinar la invitación. Para quien pueda conocerme un poco, ya sabe que la propuesta incluía un pack nutrido de actividades que iban a suponer una tarea más que simbólica, desde luego.
Al tercer día, su correo manifestaba que se tiraba a la piscina sabiendo que había agua, pero sin conocer a qué temperatura, ni dónde estaba la otra orilla. Decía que casi, ya estaba nadando con nosotros.
Gracias, Juan Francisco una vez más. Por la implicación, por la irracionalidad que implica embarcarte con nosotros en este proyecto y por lo que para Art & Breakfast supone que nos acompañes hasta la otra orilla.
Adjuntamos aquí una entrevista que le hemos realizado y que nos pone de manifiesto la excelente persona y el profesional intachable que es.
José Antonio Mondragón
Director de Art & Breakfast
Espero encontrar una feria dinámica en su conjunto, gracias a las propuestas propiamente de galerías que se concitan en el hotel, y a las numerosas actividades que se realizan en paralelo al programa comercial y en distintas sedes. Respecto a las propuestas galerístiscas, espero que conserven la cercanía que ha venido caracterizando a la feria. Es decir, ajenas a la pretenciosidad y que supongan otra buena oportunidad para acceder al arte joven y a proyectos específicos.
¿Qué opinión tienes de las dos primeras ediciones de Art & Breakfast?
Guardo de ellas un muy buen recuerdo y, por tanto, una buena opinión. Tras varios intentos frustrados de crear una feria de arte, Art & Breakfast ha venido a propiciarla. Que haya una tercera edición creo que habla, cuanto menos, de una aceptación del formato feria, absolutamente novedoso en una ciudad como Málaga. Desde mi punto de vista, y siempre hablando desde lo local y desde esa situación inédita, supone también la posibilidad de asumir rutinas y conocer situaciones distintas en torno a la creación artística contemporánea.
Esta no es la primera vez que colaboras con Factoría de Arte y Desarrollo.
Exactamente, colaboré con anterioridad, precisamente, en la primera edición de Art & Breakfast. Aquello fue un encuentro profesional, un encuentro entre distintos agentes y el público, en el que, de un modo cercano, se compartía nuestra experiencia y contestábamos todas las dudas y curiosidades que sobre nuestros oficios podían surgir. Esas situaciones son siempre provechosas; son oportunidades que permiten acercar la realidad de tu oficio, ayuda a despejar dudas y hasta desterrar algunos mitos.
A partir de las críticas en Diario SUR y ABC Cultural has visibilizado a artistas y obras. ¿Cómo es este trabajo? ¿Hay suficientes espacios donde se aborden estos temas?
Es un trabajo apasionante que me ocupa ya 17 años y que, en parte, concentra buena parte de mi tiempo, ya que cada fin de semana publico para SUR y, en ocasiones, para ABC Cultural. Me obliga a ver bastantes exposiciones a la semana para poder discriminar y escribir de las que considero más pertinentes. En Málaga, de un tiempo a esta parte, la programación –digamos- institucional ha crecido, pero, en paralelo, han surgido nuevas iniciativas de distinta consideración (Casa Sostoa, Espacio Cienfuegos, festivales como el Moments, etc.), tanto como instituciones académicas que han generado nuevos espacios expositivos (Facultad de Bellas Artes, Escuela de Arte San Telmo, Alianza Francesa, etc.). En ese punto, es difícil poder atender a la amplitud de propuestas al margen de lo institucional, pero en parte ése ha de ser un objetivo del crítico, visibilizar aquello que pasa más inadvertido ante la potencia de las grandes propuestas. Por otro lado, considero que sí, que se le presta atención y hay espacios, aunque, por desgracia, en los últimos años hemos visto cómo han desaparecido publicaciones fundamentales desde las que se atendía a la creación contemporánea.
Háblanos sobre tu trabajo como profesor.
Actualmente imparto docencia en la Universidad de Málaga, en el Departamento de Historia del Arte. Este curso estoy especialmente contento con las asignaturas que imparto. Además de Historia de las ideas estéticas, doy por primera vez Poéticas del arte español de los siglos XX y XXI, en el Grado de Historia de Arte, e Historia del arte contemporáneo, en la Facultad de Bellas Artes. Respecto a Poéticas, he pretendido hacer de la lectura de crítica de arte en suplementos culturales un ejercicio rutinario, que nos sirve, en paralelo al temario, para acercarnos a exposiciones que introducen asuntos capitales; me parece, también, una manera orgánica de rastrear el escenario actual e ir destacando a algunos de los agentes más determinantes (artistas, críticos, comisarios, instituciones). Asimismo, he procurado que tuvieran un contacto normalizado con galeristas y artistas, algunos de los cuales hemos visitado en sus espacios de trabajo o nos han visitado en clase. Me interesaba también proyectar el relato historiográfico en función a actitudes y recursos, y no sólo cronológicamente, con lo que hemos ido abordando asuntos que se desarrollan de manera distinta a lo largo del tiempo (arte y política; performatividad, abstracción, pintura expandida en España, etc.).
Parece que tienes cierta preferencia por trabajar con jóvenes, ¿por qué?
Bueno, no sé si podríamos llamarlo preferencia. La formación y el desempeño académico, como doctor en Historia del Arte y profesor, me ha permitido, por fortuna, enfrentarme a proyectos eminentemente historiográficos, tanto expositivos como de investigación, en los que he abordado a artistas y colecciones del siglo XX. En cualquier caso, ese perfil de mi trabajo lo he compatibilizado con proyectos con creadores jóvenes. Me encanta compartir proyectos con ellos. Al final, el ejercicio de la crítica de arte te hace estar en contacto con ellos y establecer sinergias. Esa posibilidad de alternar trabajos de distinta naturaleza, históricos y actuales, la considero una suerte. Trabajar con artistas jóvenes te permite ver cómo crecen, es una continua puesta al día que te exige estar metafóricamente tonificado, y puedes aportar tu experiencia a personas que te consideran y que quieren aprender contigo y hacer de ti un interlocutor para su práctica. Esa comunicación es muy gratificante, cuestión que, generalmente, no se da en los proyectos de calado historiográfico.
¿Qué balance haces del arte emergente durante los últimos años? ¿Hay tendencias? ¿Nuevos conceptos?
Sí, indudablemente hay tendencias y conceptos que adquieren una pertinencia mayor que otros, que se convierten en asuntos-en-emergencia, termas que puedan ser considerados síntomas sociales. En ocasiones, desde mi perspectiva, estas tendencias pueden devenir modas, perdiéndose, o cuanto menos diluyéndose, parte de esa facultad de convertirse en espacios de interpelación y (auto)reconocimiento. Dicho esto, la pluralidad de voces, prácticas, comportamientos o disciplinas nos provee de un escenario ciertamente poliédrico.
En ocasiones, lo interesante o lo pertinente pasa a ser la manera de reformular asuntos eternos y técnicas con una larga tradición. Indudablemente, hay ámbitos que generan un interés especial en el que mira, en el que debe construir el/su relato; eso hace que revise la creación en pos de hallazgos concretos, casi que de un modo prospectivo. Por ejemplo, me viene interesando desde hace tiempo la posibilidad de la existencia, aún hoy, de una pintura de Historia. Esto me hace estar ojo avizor a las manifestaciones que me permitan definir cómo hoy los pintores siguen resistiendo y reformulando un género, adaptándolo a nuestro tiempo.
Háblanos de algún referente del arte emergente nacional que debamos conocer.
¡Uff! Es una pregunta que siempre me cuesta contestar, ya sea por reducir un escenario tan amplio a un par de nombres o por toparnos con la ambigüedad del término emergente, que no todos empleamos con el mismo sentido. Me interesa la obra de Nacho Martín Silva, Nico Munuera, José Medina Galeote, Regina de Miguel, Jacobo Castellano, Pere Llobera, Françoise Vanneraud, Sergio Porlán o David Escalona, entre otros, si bien, me temo, que son artistas más próximos a la consideración de “artistas de media carrera”. Te señalaría, entonces, el trabajo de otros que tienen un desarrollo más reciente, como Fito Conesa, Leonor Serrano Rivas, Moreno & Grau, Alegría y Piñero o Raúl Domínguez.
Juan Francisco Rueda es Doctor en Historia del Arte por la Universidad de Málaga, donde imparte docencia. Ejerce la crítica de arte desde el año 2000, escribiendo actualmente en el suplemento ABC Cultural y en el diario SUR. Del mismo modo, ha colaborado en revistas como New York Arts Magazine, 967arte, Ars Magazine o Arte y Parte. Como comisario ha llevado a cabo exposiciones para instituciones museísticas, galerías, iniciativas como Jugada a 3 bandas o ferias como Estampa. Ha publicado libros y catálogos dedicados a Luis Gordillo, Rafael Canogar, Marcel Dzama, Marc Quinn, Nico Munuera, Nacho Martín Silva o Rinus Van de Velde, entre otros.